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Como Colegio de Geógrafos y Geógrafas de la Región de Valparaíso expresamos nuestra más profunda preocupación por el grave socavón en las dunas de Concón, evento que ha sido observado muy de cerca por la opinión pública.

Este acontecimiento nos brinda una tremenda oportunidad para reflexionar sobre la gestión de prevención de riesgos socioambientales y las lecciones que podemos extraer de esta situación, así como considerar el papel fundamental que juega la geografía en estos escenarios, al abordar de manera crítica y efectiva el análisis de los riesgos naturales que pueden impactar a la comunidad.

Esta situación nos recuerda – como si no tuviéramos otros indicadores – que el comportamiento climático cambió las reglas del juego, y los desafíos futuros demandan, como nunca antes en la historia, que la comunidad trabaje enfocada en la coexistencia de eventos climáticos extremos.

A juicio de nuestro colegio de profesionales de la geografía, lo que ocurrió en las dunas de Concón, es consecuencia de la falta de visión ambiental y consideración de las condiciones del territorio que, desde lo público y lo privado intervienen espacios que deben ser destinados a otros usos no habitacionales y que propiciaron la aparición y la formación del socavón en el complejo dunar. 

A medida que investigamos las condiciones que llevaron a la formación del desprendimiento masivo de material dunar, es posible identificar una serie de errores, donde se constata que el diseño ingenieril, los estudios específicos de factibilidad, las tramitaciones ambientales, los permisos sectoriales y de construcción, entre otros, aparentemente fueron precarios e insuficientes, y el resultado claramente es un indicador que a futuro no debe repetirse.

En este sentido, como profesionales de la geografía, debemos recordar a la comunidad que es imperativa la comprensión de múltiples como la geología local, la topografía, las condiciones del suelo, el comportamiento climatológico, y otros tantos factores que interrelacionados son fundamentales para prevenir y mitigar riesgos socioambientales.

Quisiéramos entender que lo ocurrido en las dunas de Concón traerá consigo las conocidas -o no tanto al parecer- “lecciones aprendidas”, como el que la inversión en el estudio continuo de la ciencia geográfica y su dinámica es esencial para anticipar y responder a posibles desafíos futuros. También nos recuerda que tenemos la necesidad como sociedad de no olvidar el sentido común y la ciencia, una frágil relación que, como hemos visto, se quebranta frente a eventos cada vez más extremos y, a nuestro juicio, develan amplias deficiencias metodológicas existentes en torno a la evaluación ambiental y el ordenamiento territorial en Chile.

En este momento, en lugar de buscar culpables, que, por supuesto los hay, creemos que el enfoque debe ser constructivo para realizar un cambio de pensamiento y acción, donde no prime la idea de que estos eventos están “dentro del marco de la ley” porque son construcciones aprobadas dentro de normativas específicas. Sabemos que una ley por sí sola no tiene la suficiente fuerza para evitar estos siniestros, pero también sabemos que estas situaciones serán más recurrentes si no frenamos rápida y progresivamente el modo de pensar y ordenar el territorio, obviando la seguridad humana y el valor ecosistémico del hábitat en que se emplaza. Dicho en palabras simples, necesitamos de una planificación territorial que no solo sea normativa, sino que también sea respetada por los organismos públicos y la empresa privada. 

Debemos aprender de esta experiencia y trabajar juntos para mejorar la educación y la conciencia sobre los riesgos de catástrofes naturales o antrópicas que cada vez serán más recurrentes. Esta tragedia nos recuerda que la vigilancia constante y la adaptación son esenciales, y que no debemos conformarnos con cumplir simplemente con la normativa y la ley, sino esforzarnos por proteger tanto la seguridad humana y aquellos sitios con alto valor ecosistémico.

Como Colegeo instamos a las autoridades, la comunidad general y los empresarios inmobiliarios a reflexionar sobre los errores que concluyeron en este incidente, y a fortalecer nuestras estrategias de prevención de riesgos socioambientales. Además, nos ponemos a disposición para que juntos enfrentemos los desafíos que la naturaleza nos presenta, construyendo así un futuro más resiliente y responsable, donde la planificación territorial sea un verdadero guardián de nuestro bienestar y hábitat.

Fuente imagen: Municipalidad de Viña del Mar

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